Leviatán en nuestros tiempos.

 

Leviatán en nuestros tiempos.

El Leviatán ascendió desde lo más profundo del océano, y cuando apoyó su pata en el talud de la tierra su sola pisada hundió la costa. Su titánica forma emergió arrastrando primero el mar en su lomo, vertiendo después cascadas de caudal imposible sobre las ciudades, sumergiéndolas. Luego el fuego se desató y llegaron las cenizas. Todo lo que quedó del mundo humano fue eso. Eso, y la visión del coloso, alto por encima de las montañas, hundiendo el continente bajo el peso de su forma, en la mente de los pobres desgraciados supervivientes.

Seguimos con el segundo post dedicado a los mitos. Una ilustración realizada con técnica mixta y una milagrosa tableta gráfica… ¡qué poco nos ensuciamos ya, y cómo olemos a rosas!. Inspirada en el mito bíblico, aunque con cierta inspiración también aqueróntica (en su versión irlandesa, no en la original – y fluvial – versión griega), habla de un acontecimiento apocalíptico, que es algo que se lleva mucho y denota nuestra creciente confianza en nuestra especie y su feliz futuro.

Pazuzu dio mucho juego

 

Pazuzu dio, y todavía da, mucho juego. Pongamos, en el lugar de juego, la palabra dinero (y/o miedo), y obtendremos una explicación más rápida del fenómeno que se origina en las culturas del Súmer, milenios antes del nacimiento de Cristo, y sigue vivo en la nueva serie de «El Exorcista» de la red Fox Broadcasting Company. Fue desenterrado de nuevo en el siglo XX por el autor William Peter Blatty en 1971. Su novela, y el guión con el cual la adaptó para la película que dos años después dirigiera William Friedkin, crearon toda una serie de secuelas y precuelas, en cine y televisión, aún hoy rindiendo beneficios y desencadenando pesadillas.

Pazuzu es un demonio de la mitología sumeria, rey de los demonios del viento e hijo de Anu (dios del cielo en acadio, An en sumerio) o Hanbi. En la figura que exhibe el  Museo del Louvre y que data del primer milenio a.c., Pazuzu muestra un semblante algo distinto al de la ilustración que corona nuestra entrada de hoy. Realmente se representaba al diablo antiguo con partes de animales más comunes, la cabeza de chacal o león, la cola de escorpión (como la legendaria Mantícora),  las alas de águila, y un largo pene ofidiomorfo. También solía mostrar las manos en contraposición arriba-abajo y con las palmas invertidas, señal de la eterna controversia del orden y el caos, la vida y la muerte, la creación y la destrucción.

La ilustración de Pazuzu de esta entrada está íntegramente realizada con el software Blender, tanto el modelado como el mapeado y el rendering, usando para este último el motor Cycles. El autor, en  ausencia de gente que aún se anime a compartir sus cosas en este modesto sitio, es un servidor de ustedes.